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Se sirvió un zumo de naranja y se sentó en el suelo. Un atisbo de su silueta ya fuera de aquel enorme albornoz o en lo que ella describió con gran precisión como "mi vestidito negro" volverían a demostrar que Dieterle tenía muchísima razón cuando expuso su teoría de que la naturaleza copia al arte. Cada curva estaba en el sitio adecuado, pero cada una estaba tan conspicuamente exagerada como en una ilustración de la revista Playboy. Marilyn intentaba no hacer oscilar demasiado la barca de las convenciones sociales. Era encantadora y daba el máximo de si misma. Si querías hablar de ti te escuchaba. Su timidez era una defensa natural. Si querías hablar de ella se ruborizaba. Si querías cantar, Marilyn se unía al coro.Daba la impresión de estar buscando desesperadamente una definición muy precisa, una forma de felicidad práctica y visible, algo así como la satisfacción en el logro. A veces brillaba con la alegría del descubrimiento y de repente su mirada se perdía en el espacio exterior, envolviéndola en una nube negra. A veces esta disolución de pensamiento y esta rapidísima pérdida de concentración le asaltaban cuando estaba interpretando una escena,y recuperarse no siempre le resultaba fácil. Cuando la conocí me pareció que había sido maldecida con una reserva de confianza en si misma bastante inferior a la habitual, y con un exceso de inseguridad, y que ambas cosas eran oscuros sinónimos del miedo. No estoy cualificado para emitir ningún comentario que vaya más allá de esta obvia hipersimplificación, pero se han escrito muchas palabras intentando analizar los ensueños e inquietudes de Marilyn, y esas palabras han salido tanto de mentes brillantes que la conocían bien, como de mentes brillantes que jamás llegaron a conocerla."
JOSEPH COTTEN "Autobiografía"
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