Marilyn monroe como una metafora en libro de laura yasan
Buenos Aires, 26 de marzo (Télam, por Jorge Boccanera).- Galardonado con el último Premio Casa de las Américas y recién presentado en la Feria del Libro de La Habana, el libro "La llave Marilyn" de la poeta argentina Laura Yasan traza una metáfora de la soledad y la desesperación de los habitantes de la ciudad moderna.
Sobre su nuevo libro, señala la autora a Télam: "Trabajé con la figura de Marilyn Monroe evocando su mitología, la incomunicación: teléfonos que nadie responde, mensajes en la cinta de un contestador. Así es la soledad en las grandes ciudades, se está solo entre la multitud".
Con una mirada descarnada Yasan viene desde 1995 haciendo la crónica de la debacle social con libros cuyos títulos parecen rotular historias del policial negro: "Doble de alma", "Cambiar las armas", "Tracción a sangre", "Ripio".
La mujer que escribe: "el domingo cuidate/ rubia/ del teléfono/ en el primer llamado estás pintada/ al segundo estás verde/ en el cuarto muerta", señala sobre su libro: "Retomo a Marilyn, la rubia tonta y a la vez exitosa; la que muere sola en una habitación y se convierte en icono para millones de personas".
Abundando sobre la diva del cine, explica la poeta: "Me propuse en 'La llave Marilyn' explorar todas las posibilidades de lectura: la llave como toma de lucha libre, herramienta e instrumento para cerrar o para abrir".
"La ciudad es un vértigo", exclama Yasan nacida en Buenos Aires: "A veces salgo a la calle y siento que me estoy tirando de un décimo piso, y cuando vuelvo al silencio de mi casa impacto contra el pavimento. Siento un bloque de silencio contra el cuerpo. Todos somos suicidas urbanos en potencia".
No es la primera vez que un libro de Yasan resulta premiado en el exterior: en 1998 "Loba negra" obtuvo en Costa Rica el Premio Latinoamericano de Poesía EDUCA (Editorial Universitaria Centroamericana) y en 2001 su libro "Cotillón para desesperados" una Mención Especial en el Premio Ciudad de Medellín, Colombia.
"La llave Marilyn" se agrega a una producción sostenida, esa crónica que, entre el lirismo y el sarcasmo, relata lo que media entre lo vivo y lo marchito, la alegría y el tedio. En el altar de lo cotidiano, una mujer interroga la realidad a punta de pistola y levanta un bestiario de personajes precarios y flores de plástico. Dice: "soy la loca que barre la antesala del mundo".
En el centro de su obra se ubica la figura de la mujer que, inmersa en su penuria individual, reverbera sobre un entramado de ahogo social.
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