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Un año más tarde, había aparecido en la carátula de unas 30 revistas y había empezado su carrera como actriz. Pero Marilyn estaba decidida a ser más que una cara y un cuerpo hermoso. “Quiero dejar de hacer papeles sexy. Estoy cansada de que me conozcan sólo por mi figura.” Empezó a estudiar actuación y regresó a Hollywood para protagonizar largometrajes más complejos e exigentes. Con una lucidez inusual en ese medio, a menudo criticaba mordazmente la misma industria cinematográfica que la convirtió en estrella: "Hollywood es un lugar donde te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”.
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